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La colección Femenino Sagrado de Tatwa reúne esencias florales de plantas maestras diseñadas para despertar, calmar y armonizar las dimensiones femeninas del ser.
Lo femenino sagrado no se limita al género: representa una energía universal de receptividad, creatividad y conexión con la vida.
En nuestras sociedades dominadas por el hacer, el control y el rendimiento, esta energía se agota.
Nuestras emociones se vuelven más frágiles, nuestros ciclos se desajustan, nuestra intuición se apaga.
Las esencias Tatwa restablecen entonces la conexión con esta fuerza suave pero profunda que habita en cada ser — la capacidad de sentir, acoger, crear y amar sin perderse.
Estos elixires actúan en los planos emocional, energético y vibratorio para restaurar la fluidez del cuerpo y del corazón.
Ayudan a liberarse de las heridas del femenino: falta de confianza, culpa, miedo a expresarse, rechazo de la sensibilidad o del cuerpo.
Apoyan los ciclos, la maternidad interior, la sexualidad consciente y el regreso a la dulzura del corazón.
"Despertar lo femenino sagrado es reencontrar la sabiduría del cuerpo y el poder del corazón."
Lo Femenino Sagrado no es una idea: es una memoria viva en cada uno de nosotros.
Recuerda la sabiduría de los ciclos, la inteligencia del cuerpo y el poder del amor incondicional.
Esta colección invita a desacelerar, a escuchar, a sentir, a acoger.
Ella honra las líneas de mujeres y las tradiciones antiguas que ya sabían que la sanación comienza en el vientre, en la respiración, en la capacidad de estar en conexión.
"Lo que acoges, sanas.
Lo que amas, lo transformas."
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El femenino sagrado no es un simple concepto: es una memoria antigua que habla de acogida, sensibilidad y ciclos naturales. Encuentra sus raíces en las culturas premodernas donde se celebraba la Vida, donde los rituales honraban tanto la tierra como los ritmos
lunares, la menstruación y la fertilidad, la muerte y el renacimiento. En esta visión, el femenino es a la vez matriz y aliento, fundamento y apertura. Hoy en día, esta corriente regresa como una invitación a reintegrar la parte de lo Sagrado en cada una y cada uno de nosotros: a escuchar el vientre cuando la mente grita, a acoger la emoción cuando se valora la acción, a dejar que el ritmo del cuerpo guíe en lugar de la carrera desenfrenada.
El símbolo del vientre, de la matriz y del ciclo natural se convierte en una brújula.
El femenino sagrado nos recuerda que el poder no viene solo de lo que se produce, sino de lo que se nutre, de lo que se irradia.
En nuestras sociedades contemporáneas, muchas mujeres — y hombres — llevan heridas invisibles: miedo a no estar a la altura, culpa por ser sensible, vergüenza por ser vulnerable, rechazo al cuerpo o a la sexualidad, dependencia afectiva, miedo a su propio poder, sobre-adaptación permanente. Estas heridas a menudo nacen de memorias culturales o familiares donde el femenino fue mancillado, a veces aniquilado o debilitado. El femenino sagrado propone una reconciliación interior. No se trata de pasar de un extremo a otro, sino de reintegrar la dulzura y la fuerza, la receptividad y la acción, la intuición y la claridad. Es reconociendo el sufrimiento que se abre el camino hacia la sanación, y las esencias florales Tatwa ofrecen un puente vibratorio para este tránsito.
Despertar el femenino sagrado se traduce en gestos simples y poderosos: ralentizar, respirar profundamente, escuchar el cuerpo, honrar sus emociones, cultivar la intuición. Puede ser un momento de meditación sobre el vientre, un cuaderno nocturno para escuchar los sueños, una caminata lenta en la naturaleza, o simplemente decir «me escucho» en lugar de «tengo que».
En el plano relacional, es aprender a recibir tanto como a dar, a poner límites con dulzura, a estar fuera del rendimiento. El femenino sagrado encarna la relación consciente consigo mismo, con el otro y con la vida. Consiste en posicionarse frente a su masculino sagrado y crear un puente entre ambos de cooperación y diálogo.
Los elixires de la colección apoyan estas prácticas «re-informando» el campo vibratorio, reforzando la conexión cuerpo-escucha-espíritu, y facilitando la reapropiación de su poder interior.
El femenino sagrado invita a revisitar nuestra relación con el tiempo, los ritmos y el cuerpo. Ya sea el ciclo menstrual, la luna, las estaciones, o simplemente el ritmo vigilia-sueño, todo es ciclo. Estos ritmos a menudo se rompen por la velocidad, el estrés o la disociación cuerpo-mente.
Al reconectarse con su cuerpo y sus ciclos, se recupera un anclaje, una estabilidad, una fluidez. El cuerpo se convierte en compañero, no en adversario. El femenino sagrado nos enseña que la vida se despliega en olas, no en rendimiento continuo. Y en cada ola, hay un tiempo de expansión, un tiempo de descanso, un tiempo de transformación.
El femenino y el masculino son dos principios cósmicos:
Su unión es la verdadera Obra alquímica — la fusión del femenino y el masculino a través del espíritu.
Por lo tanto, no se debe buscar la igualdad, sino la armonía: cuando la conciencia masculina abraza la sensibilidad femenina, la materia se vuelve viva y el espíritu se encarna.
El femenino sagrado representa ese momento de cambio interior donde la conciencia desciende al cuerpo, donde la luz acepta dejarse llevar por la materia.
Es la Madre universal, el crisol de toda transformación.
Estamos en una época que surge y está inmersa en una cultura patriarcal donde se nos empuja erróneamente a aceptar que mujeres y hombres son iguales, con este falso concepto que tiende a convencer a muchas mujeres a abandonar su multidimensionalidad en detrimento de un pensamiento lineal y reducido.
Como explica tan bien el reconocido alquimista Patrick Burensteinas, el hombre y la mujer no son iguales, son complementarios (completos en tierra). Si fueran iguales, significaría que hay uno de más.
Buscar hacer al femenino “igual” al masculino es aún juzgarlo según los criterios del masculino: el rendimiento, la racionalidad, el control.
Pero el femenino no está hecho para rivalizar, se complementa con el masculino, así como el masculino se complementa con el femenino.
En la sabiduría hermética como en la tradición amazónica, el femenino y el masculino son dos polos de una misma vibración.
Su danza crea la vida; su separación crea el desequilibrio.
Recuperar el femenino sagrado es rehabilitar el valor del sentir, de la lentitud, de la creatividad, de la escucha, tantos aspectos que el mundo moderno ha olvidado.
“La igualdad separa, la complementariedad une.”
El femenino sagrado aún porta las memorias de opresión, rechazo o vergüenza:
el miedo a ser vista, la culpa por ser sensible, el dolor de haber dado sin recibir, el miedo a su propio poder, el abuso, la aniquilación o el debilitamiento.
Estas heridas se transmiten en los cuerpos, en las líneas, en el colectivo.
Las esencias florales Tatwa trabajan sobre estas memorias vibratorias, ayudando a disolver las cristalizaciones emocionales ligadas al control, al sacrificio o a la desvalorización.
Apoyan la reconexión con la matriz interior, donde se encuentran el poder, la fertilidad y la dulzura.
El verdadero femenino sagrado solo despierta a través de la unión del femenino interior (acogida, escucha, intuición) y del masculino interior (dirección, acción, protección).
Hay un dicho andino que dice «que la mujer es la intercesora entre los dioses y el hombre, que está para guiarlo en esta reconexión, mientras que el hombre está para proteger a la mujer para que ella exprese todo su poder en seguridad».
Es esta unión la que hace nacer la paz interior, la coherencia y la creatividad.
Cuando estas dos fuerzas se aman, se vuelven complementarias y no opuestas.
Esta reconciliación interior es uno de los caminos de sanación más poderosos: permite al ser humano volverse entero, unificar lo que en él estaba separado.
Reintegrar el femenino sagrado hoy es traer lo sagrado al día a día:
en la forma de alimentarse, de hablar, de trabajar, de amar.
Es devolver al tiempo su circularidad, al cuerpo su sabiduría, a la palabra su verdad.
Las esencias florales de esta colección actúan como puentes entre los saberes antiguos y la conciencia moderna, recordando que la espiritualidad no está en el cielo, sino en cada respiración consciente.
“Despertar el femenino sagrado es devolver un corazón al mundo.”
Es la vibración de la vida que acoge, siente, nutre y crea. Representa la dimensión intuitiva, emocional e incarnada del ser.
El feminismo busca el reconocimiento social. El femenino sagrado, en cambio, busca la reconciliación interior. No se opone al masculino: lo complementa.
Porque el femenino y el masculino son dos polos de la misma conciencia.
Cuando se respetan, uno da sentido al otro: la acción se vuelve justa, y la sensibilidad se vuelve fuerza.
Cultivando la presencia en el cuerpo, la escucha de las emociones y la confianza en la intuición.
Las esencias Tatwa apoyan este retorno a la armonía interior.
Sí, por supuesto. Al reconectarse con su empatía, su sentir, su creatividad y su dulzura, reintegran una dimensión olvidada de su ser.