Badoh es la esencia de la reconciliación interior.
Actúa como un puente entre las emociones reprimidas del niño interior y la fuerza tranquila del adulto consciente.
Esta esencia floral ayuda a expresar lo que ha sido retenido, censurado o callado, y a devolver la voz a esa parte vulnerable de uno mismo que no ha sido escuchada.
En la tradición amazónica, Badoh es una planta maestra del verbo creador.
Conecta la palabra con la verdad del corazón, abriendo el chakra de la garganta y liberando el flujo de expresión entre emoción, conciencia y acción.
Al favorecer la liberación de las emociones reprimidas, restablece la circulación natural entre el sentir, la expresión y la acción.
Al actuar sobre las memorias de vergüenza, miedo e injusticia, devuelve la legitimidad de ser uno mismo — sin tener que justificarse ni conformarse.
Badoh es la esencia floral de quienes han callado sus emociones durante mucho tiempo para evitar el conflicto, que sienten intensamente pero no se atreven a decirlo, o que tienen dificultades para encontrar su lugar.
En el plano simbólico, Badoh trabaja la relación entre el niño interior y el animus, el principio masculino interior descrito por Jung.
El niño representa la sensibilidad, la emoción y la espontaneidad.
El animus encarna la estructura, la dirección y la capacidad de poner límites.
Cuando estas dos dimensiones se reconcilian, la palabra se vuelve justa, la expresión fluida y la presencia alineada.
“Cuando el niño interior se siente escuchado, el adulto recupera su voz.”
La enseñanza de la planta
Badoh enseña el poder de la expresión consciente.
Recuerda que la palabra justa no hiere: ilumina.
Cuando uno se calla demasiado, la energía emocional se acumula, se bloquea y termina transformándose en tensión, miedo o somatización.
Al restablecer la circulación natural del sentir a la palabra, Badoh devuelve al verbo su fuerza creadora y sanadora.
Nos guía hacia una expresión auténtica — aquella que viene del corazón, sin buscar convencer ni agradar, sino simplemente ser verdadero.
“La verdad no hace ruido. Resuena.”